Blog Asociación Taekwondo Tradicional Ken To Yumi
- Juan Manuel Pantoja Fdez.
- 28 oct 2018
- 51 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2024
Bienvenidos al Blog de la Asociación de Taekwondo Tradicional Ken To Yumi y de la
Asociación Provincial de Cádiz para la Prevención del Acoso Escolar.
Programa Social Activa-T/Integra-T Construyendo Igualdad. Un programa para la integración social de la víctimas de acoso escolar a través del deporte


Las sociedades evolucionan del aporte de cada individuo con el paso de los tiempos. Una sociedad rica en valores y principios enriquecerá al individuo, que a su vez enriquecerá al conjunto del entorno que lo rodea. Cada paso que demos, forjará un adelanto de riqueza en nuestra historia y por tanto en nuestro presente y futuro. La historia marcará si los errores cometidos enriquecieron o empobrecieron a una sociedad, pero lo que si deja claro es que marca la evolución de todo pensamiento, filosofía y conciencia.
Para bien o para mal, la historia nos enseña lo que pudimos errar y lo que debimos acometer.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 1: El Profesor o maestro como guía de aprendizaje.
El Maestro es la guía de referencia en todo el proceso de aprendizaje. En esta fase un factor fundamental, será poder desarrollar la capacidad de auto-conocimiento y por tanto del aprendizaje de la propia identidad de nuestros alumnos, así como de los conceptos de desarrollo de su confianza y autoestima, que serán a su vez, pilares esenciales que completarán su proceso de aprendizaje, en relación a los objetivos que se planteen para su total integración social y desarrollo personal. Las principales líneas que deberán plantearse en el inicio del proceso de enseñanza-aprendizaje, no es solo el alcance de objetivos, sino el desarrollo y crecimiento de las características de la propia personalidad de nuestros alumnos, que influirán de manera constructiva y positiva en su propio rendimiento y por ello en la capacidad de su propio desarrollo personal. Debemos entender por ello, que los grandes logros y objetivos, no se consiguen en un corto periodo de tiempo, sino que ellos son frutos de un proceso de aprendizaje y formación, rico en valores y metodología educativa. La preparación del alumno hacia todo este proceso, requiere de un método didáctico y pedagógico, el cual se fundamentará en la interacción como herramienta esencial para ejercer un proceso de formación adaptativo y con objetivos que se encuentren al alcance de todos los alumnos, en base a su rendimiento y capacidades. Debemos enseñar al alumno, cuales son sus características personales y a través de ellas, como las mismas pueden ser mejoradas y útiles para alcanzar nuevos objetivos. Objetivos que en si mismos, alcancen y les aporte un mejor entendimiento de su propia personalidad y por ello les atribuyan nuevas mejoras en las capacidades de superación, entendimiento, autoestima y confianza en si mismo. Objetivos que pueden o no ser alcanzados, pero de los cuales el alumno deberá haber aprendido que el esfuerzo por alcanzarlos, es ya un triunfo logrado y que seguro ese aprendizaje, aún no habiéndose alcanzado el objetivo planteado, le aportará grandes rasgos positivos de crecimiento, autoestima y confianza. Es por todo ello, que la figura del Maestro o Profesor en el área de formación que esté especializado, deberá abarcar todos aquellos aspectos psicosociales que puedan determinar el cumplimiento de los objetivos planteados. Es por ello que todo docente, tiene la necesidad de interaccionar con su alumno para que de ese modo se puedan identificar todas las características que determinan su comportamiento, así como poder identificar aquellas dificultades que se puedan presentar y supongan un impedimento en su propio proceso de enseñanza-aprendizaje.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 2: El deporte base y sus ventajas sociales y físicas.
Para poder dar cabida al entendimiento de una práctica deportiva adaptativa y por ello de la capacidad de practica y estudio de diferentes estilos marciales, debemos entender la necesidad de cambiar nuestras pedagogías, así como entender la propia complejidad de nuestros alumnos. Es por ello que deberíamos tener presente, la capacidad de adaptación que nuestra propia metodología de enseñanza aporta a nuestros alumnos, para que de esa manera, los diferentes valores esenciales implícitos en la práctica deportiva, puedan ser asimilados en su totalidad por todos.
La preparación del alumno hacia este proceso, requiere de un método didáctico y pedagógico, el cual se fundamentará en la interacción como herramienta para ejercer un proceso de formación adaptativo y con objetivos que se encuentren al alcance del alumno, en base a su rendimiento y capacidades.
Debemos enseñar al alumno, cuales son sus características personales y a través de ellas, como las mismas pueden ser mejoradas y útiles para alcanzar nuevos objetivos. Objetivos que en si mismos, superen el ámbito deportivo y alcancen un mejor entendimiento de su propia personalidad y por ello le atribuya nuevas mejoras en las capacidades de superación, entendimiento, autoestima y confianza en si mismo.
Nuestra metodología de enseñanza, deberá ir más allá de la práctica deportiva, deberemos ser capaces de aportar el entendimiento de los diferentes principios y valores que la práctica de las artes marciales tradicionales aportarán a su vida, a su proceso de socialización y por ello a su desarrollo como persona.
Debemos entender por ello, que los grandes logros y objetivos, no se consiguen en un corto periodo de tiempo, sino que ellos son frutos de un proceso de aprendizaje y formación, rico en valores y metodología educativa. Es por ello que debemos hacer una apuesta por lo que se denomina el deporte base, pues los mismos, constituyen la fase de iniciación, la cual se determina como la fase de inicio de la actividad propiamente dicha. Esta fase de inicio, se lleva a cabo normalmente en edades tempranas, pudiendo oscilar las mismas como es el caso de la práctica de las artes marciales tradicionales a partir de los cuatro años de edad en adelante. Dado este proceso de inicio, debemos tener presente que esta etapa, deberá centrarse no solo en aspectos de aprendizaje y formación, sino en desarrollar aquellos aspectos sociales tan necesarios como la motivación, la interacción social y sobre todo, dentro de unos parámetros de formación, el disfrute y diversión de la propia actividad.
En este comienzo, al igual que no debemos obviarlo en etapas más avanzadas, el compromiso del instructor, entrenador, formador, docente, etcétera; deberá centrarse en ofrecer un proceso de enseñanza-aprendizaje, basado en la formación adecuada para poder ofrecer una metodología que pueda y deba desarrollar los conocimientos adecuados, así como aquellas actitudes y valores que sean necesarias para completar este proceso de iniciación.
Es importante por ello, determinar que en este sentido, la práctica habitual de la actividad física y deportiva, ofrecerá una variedad de ventajas para nuestros hijos y por consiguiente para su salud, siendo una manera preventiva para ayudar a la prevención de trastornos psicológicos que puedan aportar problemas graves, como aislamiento social, empobrecimiento social y falta de interacción entre iguales.
Por todo ello, el principal objetivo deberá ser, aportar los valores esenciales implícitos en la práctica deportiva y apostar por el deporte base, los cuales se encuentran representados por nuestros clubes, asociaciones deportivas y federaciones.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 3: Primera Parte: Objetivos y estrategias
En este artículo, se compondrá de tres partes. La primera donde analizaremos las consecuencias de la planificación de los objetivos y sus técnicas de planteamientos para alcanzar los mismos. La segunda del control de las emociones en el propio proceso de entrenamiento y por último, la labor del docente como referencia y herramienta para la consecución de los objetivos planteados
Existen diferentes conceptos que a veces en la rutina diaria, tienden a confundirse y por ello a crear confusión no solo por quienes como docentes debemos servir como guía, sino como por parte de quienes tienen que ser receptores de nuestro mensaje como son nuestros alumnos. Cuando hablamos de objetivos y por tanto de planificación, debemos entender que establecemos conceptos que en si mismos son diferentes en su significado y por tanto en su finalidad. Para exponer un claro ejemplo de lo que intentamos exponer, podemos decir que un objetivo es el lugar o disposición a donde queremos llegar o alcanzar, mientras que la planificación hace mayor referencia a la aptitud que vamos a desempeñar para alcanzar nuestro objetivo. Dentro del concepto de la planificación, será de vital importancia nuestra conducta en relación a nuestra propia motivación, a los estímulos positivos y negativos que recibamos de nuestro entorno y sobre todo a cuantificar en cantidad y calidad si nuestro objetivo cada día está mas cerca o en su caso más lejos. El concepto cuantitativo de nuestros logros como docentes, dirigidos hacía nuestros alumnos, se podrán apreciar en el propio rendimiento de sus entrenamientos, mientras que el concepto cualitativo, se apreciará de una forma más interna en el propio alumno, como por ejemplo en el desarrollo y crecimiento de su propia motivación y en las mejoras psicosociales con respecto a sentirse mejor consigo mismo, aumentando por tanto su propia confianza, autoestima y por tanto su interacción y desarrollo social, no solo como deportista, sino como un miembro activo de nuestra sociedad.
Dentro de este proceso de preparación, debemos hacer hincapié a un concepto no menos importante y no es otro que la capacidad de improvisación del propio sistema de planificación ya establecido. Siempre he defendido, que el alumno, debe ser partícipe de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje. Esto es debido principalmente a dos conceptos que hemos expuestos anteriormente y que no son otros que los diferentes estímulos tanto positivos como negativos que tanto al deportista de alta competición, así como al deportista de base, se les presentará en cualquier momento. Para ello siempre les explico a mis alumnos que existen dos herramientas esenciales para llevar a cabo una improvisación necesaria ante cualquier estímulo recibido. Una es la propia capacidad de observación de las diferentes características ambientales que les rodean en los distintos momentos, ya seas estos en momentos de preparación o incluso en la propia competición. La segunda es la capacidad de escuchar, basada no solo en la capacidad de oir propiamente dicha, sino en la capacidad de comprensión de las expresiones que se están transmitiendo, su tono, su volumen y su significado. Por ello es obvio que las planificaciones establecidas para la consecución de diferentes objetivos, no deberían ser estancas en su totalidad, ya que privaríamos a nuestros propios alumnos de una capacidad esencial en su propio proceso de aprendizaje, como es la observación tanto visual como auditiva y por consecuencia de ello la capacidad de adaptabilidad. La observación a nivel general deberá ser analizada de manera positiva y fluida, aportando los cambios necesarios para poder incorporarlos a nuestros planteamientos y por ello que nos sirvan como herramientas adecuadas para la consecución de nuestros objetivos. Por todo ello si analizamos todo lo expuesto, y lo aplicamos a los entrenamientos, a nuestro día a día, en el dojang, en el dojo, o en cualquier otra actividad deportiva o social, el entrenamiento en si mismo sería la planificación. Las capacidades que iremos alcanzando mediante el mismo, serán las mejoras de nuestras propias aptitudes, donde se destacarán nuestros conocimientos, habilidades y nuevas capacidades. Y el objetivo en si mismo no es otra cosa que el conjunto pedagógico y de capacidad de mejora de las propias condiciones de nuestro organismo expuesto a diferentes grados de estrés, tanto para el docente como para el alumno.
Juan Manuel Pantoja Fernández.
Artículo 3: Objetivos y estratégias: Segunda Parte
En la primera parte de este artículo, desarrollábamos los conceptos de objetivos y estratégias. En esta segunda parte, analizaremos una herramienta esencial que será sin duda quien marque la posibilidad de alcanzar dichos objetivos y la manera que tendremos tanto como docentes y alumnos de afrontar estos nuevos retos. No es otra cosa que las propias emociones, las cuales sin un conocimiento certero de las mismas por parte de nosotros mismos, donde incluyo al propio docente y a sus alumnos, dificil será poder si quiera plantear la realización de nuevas metas.
Siempre he determinado cuatro pilares esenciales para el control de nuestras propias emociones, al margen de cualquier estímulo externo que podamos recibir, estos cuatro pilares son:
1º Auto-conocimiento.
2º Aceptación
3º Valoración
4º Superación
Si aprendemos a conocer y a utilizar estos elementos, aprenderemos a gestionar de manera adecuada, nuestras propias emociones. El auto-conocimiento, conlleva la capacidad de poder conocer y por ello comprender nuestras propias fortalezas y a su vez, las propias debilidades que las acompañan. Tener la capacidad de poder desarrollar nuestros niveles de quienes somos en realidad, nos proporcionará la capacidad de obtener un mayor auto-conocimiento de nuestra propia realidad y por tanto poder analizar con mayor certeza nuestra propia identidad, lo que sin duda nos llevará a descubrir nuestros propósitos, nuevos valores sociales y comunicativos y por tanto potenciar y desarrollar nuevas habilidades que nos acercarán a nuevos puntos de superación, lo que en otras palabras llamaríamos objetivos. La clave de un auto-conocimiento y aceptación positiva, se encontrará en la propia confianza que deberemos aceptar para hacer frente a aquello que quizas en un primer análisis no nos guste, pero que siendo capacez de abordar las capacidad de aceptación, desarrollaremos una herramienta de vital importancia como es la motivación. Debemos entender que la confianza junto a la motivación adquirida por parte del alumno una vez haya alcanzado el nivel de aceptación de quien es y donde se encuentra en su propio proceso de aprendizaje y entrenamiento, será un handica fundamental para su rendimiento, pero debemos tener en cuenta que no lo será para el desarrollo de sus habilidades deportivas. Para enteder esto de una manera más clara, la confianza adquirida irá cimentando en mayor medida la propia motivación del deportista y por efecto su mayor capacidad de rendimiento y esfuerzo, lo que le aportará a su vez un aporte de tranquilidad y perdida de presiones negativas, las cuales les impedía sin duda la posibilidad de plantearse nuevos retos. Esta motivación basada en un crecimiento potencial de la confianza del propio deportista, hará crecer hasta niveles desconocidos para él o para ella, su capacidad energética, sus posibilidades de desarrollo de sus propias cualidades deportivas, y la idea de nuevos planteamientos que será capaz de afrontar sin la presencia de estímulos negativos.
En todo este proceso, debemos plantearnos cual debe ser el papel fundamental del docente, entrenador, instructor, etc. Esta nueva etapa que se abre ante el alumno, viene determinada de la capacidad de interacción personal que se haya podido desarrollar con anterioridad entre el docente o entrenador y su propio alumno.

Alcanzado un nivel de interacción positiva, habrá llegado el punto de adquirir un objetivo y por ello un compromiso por pate de nuestro alumno. El docente o maestro/a, deberá adquirir a su vez, el compromiso de acompañar al alumno durante todo el proceso. Este compromiso por parte del entrenador/a, instructor/a, docente o maestro/a, deberá ser firme, ya que si en algún momento dudase de las propias capacidades del alumno/a una vez que este ya ha alcanzado las fases de auto-conocimiento, aceptación, valoración y por último la decisión de superación, lo que provocará es que el propio alumno, comience a recibir estímulos negativos y por tanto a dudar de que si todo el proceso que ha emprendido ha servido para algo. Cuando el alumno/a alcanza la determinación de conseguir un nuevo objetivo o simplemente cambiar aquellas circunstancias que no le gusta, es fundamental que el docente, sepa medir el grado de compromiso que el propio alumno/a a adquirido con respecto a su nuevo objetivo. Es muy probable que al principio surgan dudas por parte tanto del entrenador/a, como por pate del propio alumno/a, es por ello que será de una importancia extrema que el propio maestro/a, entrenador/a, instructor/a o monitor/a, conozca a su propio alumno/a y esto se consigue como hemos dicho antes, en una etapa de interacción entre ambos, donde se den a conocer no solo las capacidades físicas del alumno/a, sino sus capacidades psicosociales, las cuales más que las propias capacidades físicas, serán muchísimo más importantes para poder superar las principales fases de autoconocimiento que anteriormente hemos planteado. Alcanzado este nivel, el docente deberá ser capaz de acompañar al alumno/a a tomar conciencia del compromiso adquirido y para ello, es importante que el propio docente haya sido capaz de superar las mismas fases de conocimiento propio, aceptación, valoración y superación que el propio alumno/a ya ha superado y solo de esa manera será capaz de acompañar a su alumno/a en el camino hacía el éxito del propio proceso plantaedo.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 3: Objetivos y estratégias.
Tercera parte: El estrés como herramienta de trabajo.
En el marco de la psicología que abarca el total del comportamiento conductual de la persona, su aplicación a la práctica deportiva y por ello a los objetivos planteados, supone una herramienta esencial, dentro del ámbito deportivo y por ello de sus objetivos. La psicología juega un papel fundamental en la preparación del deportista y por consiguiente del logro o no de posibles nuevos objetivos. A mi juicio un error muy común es pretender que los objetivos solo deben perseguir la obtención del máximo rendimiento del deportista, con la única finalidad de obtener un reconocimiento a cambio de ello. Pienso que debe ser todo lo contrario, los objetivos y nuevos planteamientos, en primera instancia, deberán buscar el desarrollo y crecimiento de las características que determinan la propia personalidad del alumno/a o deportista, y que por tanto le ayude e influya de manera constructiva en el desarrollo de su propio proceso de integración social y desarrollo personal. La capacidad de mejora del rendimiento deportivo, con fines de premios, deberá ser por tanto en este caso secundaria.
Una vez aceptada la condición de unos nuevos objetivos y por ello la necesidad de una proceso de preparación, esta podrá conllevar la aparición de sensaciones extrañas, cambios físicos y psicológicos, que a veces pueden provocar la sensación o necesidad de huida o en su caso la necesidad de fortalecer la capacidad de afrontar estos nuevos retos. Debemos tener en cuenta que ambas reaciones son naturales e innatas del propio ser humano. La huida o rechazo a nuevos retos, es un sistema natural de defensa del propio organismo, por lo que como docentes, ni siquiera como personas, debemos juzgar nunca a un alumno/a que ha decidido no hacer frente a nuevos objetivos.
Estos objetivos a veces plantearán demasiadas dudas y por consiguiente la aparición del estrés del propio deportista y por defecto la impaciencia e incomprensión del propio entrenador/a, motivada la mayoría de las veces por la simple necesidad de darle demasiada importancia a los objetivos planteados, los cuales solo se transformarán posteriormente en trofeos y reconocimientos, que solo servirán para satisfaser el propio ego del entrenador/a y por ello su propio currículum de cara a la captación de más alumnos. Un ejemplo claro de los que podiamos definir como la simple comercialización del deporte por encima de los valores que la práctica deportiva aporta. Estas conductas no solo dejan en evidencia la falta de capacidad del propio docente o entrenador/a, para servir de guia al alumno/a o en su caso al deportista, para que pueda hacer frente a las diferentes circunstancias que se va a encontrar dentro de su propio proceso de enseñanza y aprendizaje, sino además deja un vacío enorme en la necesidad de aprendizaje y adaptación social que muchos jóvenes vienen buscando a través de la práctica deportiva.
Pero esta situación sin duda generará cambios que a su vez provocarán situaciones de estrés, que con la debida corrección y adaptabilidad de los mismos, podremos convertirlos en respuestas adaptativas que tanto a nosotros como docentes y a nuestros alumnos, nos permitan afrontar las situaciones que se pudiesen considerar amenazantes y que con la debida corrección de las mismas, se podrá lograr una aceptación por parte del alumno/a hacia las mismas. Una vez aceptadas con la debida adaptabilidad hacia las cualidades tanto deportivas como psicosociales de nuestros alumnos, estas podrán ser enormemente beneficiosas para el desarrollo de su confianza, así como el desarrollo de nuevas habilidades y por defecto para la mejora de su rendimiento deportivo. Por ello no podemos determinar que el estrés motivado por las presiones de superación, sea ni positivo, ni negativo, este dependerá en todo caso, de la capacidad del docente, entrenador/a, y del propio alumno/a de como afrontarlas, y es esto y solo esto por muy simple que parezca, lo que va a determinar la naturaleza del comienzo o final de una etapa.

Es por todo ello, que la figura del preparador/a físico, docente, instructor/a o maestro/a, deberá abarcar todos aquellos aspectos psicosociales que puedan determinar el cumplimiento de los objetivos planteados. Es por ello que todo preparador/a deportivo/a, deberá saber y tener la capacidad y la necesidad de interaccionar con sus alumnos, para que de ese modo poder identificar todas las características que determinan su comportamiento, así como aquellas dificultades que supongan un impedimento en el entrenamiento para el propio alumno/a y por consiguiente el alcance de nuevos objetivos, llevando de este modo un sistema de aprendizaje y participación donde el alumno/a se identifique y sirva como herramienta para fortalecer su propia conducta, adquirir nuevas aptitudes, y desarrollar sus cualidades de manera positiva y constructivas.
Para el desarrollo correcto de una etapa de estrés, es fundamental que el deportista lleve a cabo un proceso de auto-conocimiento propio, el cual será de vital importancia, para que de ese modo pueda establecer un punto de encuentro con su verdadera personalidad. La consecuencia de poder conocerse a si mismos, implicará por tanto poder evaluar de una manera coherente sus propias capacidades y limitaciones. En psicología emocional, existe una primisa que indica que primero es importante comenzar a conocernos por nuestras facetas más negativas, para posteriormente hacer hincapié en aquellas facetas más positivas. Es por ello que es más fácil centrarnos en aquellos aspectos positivos que en los negativos de nuestra propia personalidad. Esto facilitará una mayor interacción entre preparador/a y deportista, llegando a comprender todas aquellas necesidades que deberán fortalecerse de manera positiva para el cumplimiento de nuestras metas.
Por todo ello la auto-valoración, proporcionará al deportista la capacidad de valorar sus propias capacidades y virtudes, ya que muchas personas en este caso deportistas incluso de élite, no son capaces de llegar a encontrar las mismas, centrándose más en aquellos valores negativos que en los positivos. Debemos entender que la consecuencia de nuestra propia aceptación y por tanto nuestra valoración, es propia de nuestra identidad. Debemos entender que cada persona es única en su contexto y por tanto cada persona deberá valorarse a si misma y es en ese proceso donde el entrenador/a jugará un papel fundamental, ya que dependerá mucho del grado de interacción que consiga con el deportista y en consecuencia con los retos planteados.
En este proceso, el compromiso del entrenador/a, deberá ser de enriquecer y por tanto poder ofrecer el aprendizaje y la formación adecuada, así como de favorecer el desarrollo de todos, cuando se trate de un colectivo o un equipo y otorgarles los conocimientos, actitudes y valores que resulten pertinentes en su proceso de aprendizaje y preparación.
La actividad para la preparación deportiva comprenderá importantes cambios en los hábitos emocionales, sentimentales y psicosociales para el deportista.
Asimismo los resultados que se vayan obteniendo, supondrán un enriquecimiento de la confianza y autoestima del propio deportista, que podrá a su vez ir enriqueciendo su propio proceso de auto-conocimiento, para mejorar a su vez todas aquellas deficiencias que se le vayan presentando. Por todo ello, podemos definir que las condiciones emocionales, afectivas y sentimentales, se encuentrarán presentes desde el inicio de la preparación, durante la misma y en el resultado final del objetivo.

Un buen preparador/a físico, deberá por tanto no solo preparar al deportista para la consecución de unos objetivos establecidos, sino también para la posibilidad de errar en la consecución de los mismos. Pero para ello deberá tener las cualidades psicosociales adecuadas, para transmitir a sus alumnos, las consecuencias positivas del camino recorrido y por ello ser capaz de adaptar todo lo avanzado y aprendido hacia un contexto positivo y de crecimiento hacía sus personalidades, sus características y los valores de los propios alumnos o deportistas. De ese modo el camino de enriquecimiento personal o en su caso colectivo o de grupo, será siempre positivo. Como docentes nos permitirá conocer en mejores condiciones, las necesidades del conjunto clase y de sus carasterísticas personales y por tanto aceptar las ideas para una mayor adaptabilidad de los objetivos planteados, para el correcto desarrollo no solo como deportista, sino lo más importante, como personas.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 4: Recomendaciones para la prevención del acoso escolar.
De todos es sabido que la capacidad para captar posibles víctimas por parte de un agresor o agresores, dependerá en gran medida de las capacidades de expresión corporal y verbal que la posible víctima sea capaz de presentar. Es de hecho sabido que las situaciones de un proceso de timidez, autoestima baja, temor a la socialización, auto-aislamiento provocado por la propia víctima por temor hacer rechazado, e incluso el temor y el rechazo a darse a conocerse tal cual es, todo ello provoca aun más y estimula en mayor medida el proceso de etiqueta como alumno/a raro.

Todo ello son circunstancias que favorecerán que los agresores identifiquen fácilmente como víctimas a ciertos alumnos y en cambio a otros no.
Existen tres líneas esenciales de conducta donde nuestros hijos/as o alumnos se encuentran. Estas líneas se identifican como conducta agresiva, conducta asertiva o conducta pasiva. Erradicar una posición de conducta agresiva, posiblemente sea más fácil que erradicar una conducta pasiva, ya que esta conlleva de por si, una condición de autoestima y confianza en si mismo muy baja y por ello un conocimiento de sus valores absolutamente nulos.
La expresión corporal es una herramienta, que correctamente trabajada proyectará en el alumno/a, una imagen de confianza y seguridad en si mismo. No se trata de expresar una imagen de locura o paranoia hacia nuestro entorno y los demás, sino se trata de expresar serenidad y tranquilidad hacia lo que nos rodea. Una conducta serena y tranquila, proporcionará a nuestros hijos, una adecuada herramienta para poder controlar aquellas situaciones de estrés en las que se pudiesen encontrar. La expresión corporal sin duda, deberá ir acompañada de una expresión verbal adecuada, firme, una expresión verbal dirigida a rechazar de forma tajante, la agresión sea del tipo que sea. Dentro de este contexto, desde nuestras asociaciones, nos gusta trabajar en cuatro pautas de comportamiento bien definidas:
La primera es enseñar a nuestros hijos o alumnos, a rechazar convertirse en víctimas, a expresar con energía un “NO”, o un “BASTA YA”, rotundo ante la situación que se les plantea, y por supuesto a determinar con firmeza que no están dispuestos a consentir esa situación.

La segunda pauta de comportamiento es la de pedir ayuda a un adulto, padres, profesor/a, o tutor/a . Esta situación a veces genera en ellos la duda de que si actúan de ese modo se les etiquetará de chivatos. Bien debemos entender y hacerles ver, que el concepto chivato no existe, que su acción no solo va a procurarle ayuda a él, sino a su vez, aprenderán a dar el paso de denunciar cualquier situación parecida que se de con otros compañeros, y de ese modo pasar de ser testigos pasivos a convertirse en testigos activos.
En este aspecto es importante hacerles ver a los alumnos, que deberán ser persistentes en su reclamación de ayuda.

Deberán ser claros y firmes en el mensaje que quieren transmitir y no dudar en ningún instante de que lo que están haciendo es lo correcto. Durante muchas charlas y seminarios sobre todo en centros escolares, he podido constatar que la solución más aplicable por parte de los profesores/as ante una situación de conflicto, es decir: “ya se acabo esto”, “daros la mano y ya está”. Quisiera exponer que desde mis perspectiva, es un error pretender forzar a que todos los niños sean amigos. Los niños/as al igual que los adultos, tienen la capacidad para decidir quienes desean que sean sus amigos más cercanos, aquellos con los que compartan mayor número de actividades y juegos, o aquellos que sean amigos de carácter más puntual, y por supuesto aquellos con los que no deseen compartir momentos. Esto es debido a que los niños en edades escolares, están aprendiendo a desarrollar sus habilidades sociales, habilidades que son muy precarias en comparación con las habilidades ya desarrolladas por una persona adulta. Cada niño/a posee su propio ritmo de socialización, y es por ello que es muy importante dejar que dicho ritmo fluya en su naturaleza, y proporcione a nuestros hijos sus capacidades en sus momentos adecuados. Si es cierto que a veces, nos podemos encontrar con niños/as que si tengan mayores dificultades de socialización e interacción con otros compañeros/as, pero debemos analizar si esa situación es preocupante o no, pues puede ser que el niño/a, sea más introvertido y tenga otras preferencias de diversión, diferentes a la de sus compañeros de colegio. Aun así, seguro que dentro de sus propias características, tendrá con quien comparta ciertas cosas, como ideas, aficiones, juegos o actividades en común.

Donde si podemos encontrar un problema, es cuando como padres o docentes, observamos que en ningún momento se produce ninguna interacción con sus iguales. Esta falta de interacción, si puede ser una situación que se encuentre provocada por un mayor problema como puede ser, acoso escolar, aislamiento por parte de sus compañeros, temor incontrolable a la socialización y sobre todo una autoestima y confianza en si mismo muy baja. Es en esta situación cuando como padres, tutores y profesores, debemos de tomar medidas para solventarla lo antes posible, y ofrecer al alumno/a, las herramientas adecuadas para fortalecer su conducta y la valoración de su propio yo. Entre las dificultades que podemos encontrar y que ya hemos expuesto anteriormente, son la capacidad de una expresión corporal y verbal inadecuada. Unas expresiones que le presentarán multitud de dificultades para poder desarrollar otras habilidades sociales como la participación activa, la capacidad de cooperación y colaboración, la capacidad de expresar sus propios deseos, la capacidad de saber escuchar y por ello el desarrollo de la propia empatía, y sobre todo y muy importante la capacidad de ser asertivos.
Los planes de convivencia escolar, entre muchos de sus objetivos, se encuentra el desarrollo de programas que faciliten la interacción entre los alumnos, así como la interacción entre las propias familias con el centro educativo, que sin duda, fortalecerán las capacidades socializadoras de nuestros alumnos.

A su vez, en el entorno familiar, es importante que fomentemos actividades donde su creatividad e imaginación, se vean forzadas a trabajar y a participar en las propias tareas de la casa. Es importante que como padres, fomentemos sus cualidades más positivas, y no veamos como un fallo aquellas que más trabajo le cuesta desarrollar, ya que como niño/a, no comprenderá el motivo de esas dificultades y lo asumirá como un error más hacia su propia personalidad.

Otro factor fundamental es que como padres y madres, debemos encontrar un punto del día, donde podamos compartir con ellos las propias dificultades que como adultos tenemos en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en casa, etc. Esto hará que vean que los problemas y las dificultades no son solo cosa de él/ella, sino que son problemas comunes a todos y que pueden tener solución.

Basándonos en estos conceptos básicos, podremos empezar a trabajar en el control y entendimiento de sus propias emociones, ya que estas, determinarán la posibilidad real de poder interaccionar con sus iguales o no. Debemos tener claro que un factor fundamental en el proceso educativo de nuestros hijos, es la imitación de conducta, un factor que les servirá como guía, junto a otras herramientas que le faciliten un desarrollo más positivo y constructivo. Si en el entorno familiar mantenemos un control positivo de nuestras propias emociones, y como padres planteamos ideas creativas para la resolución de los conflictos naturales que día a día nos podemos encontrar, estaremos ofreciendo a nuestros hijos, una herramienta de imitación educativa esencial para que ellos mismos aprendan a gestionar aquellos conflictos sociales, en los que puedan verse envueltos en su propio entorno social.

Volviendo a las pautas de comportamiento, exponemos que la tercera pauta de comportamiento es ser un testigo activo ante situaciones injusta, de acoso, agresiones o vejaciones que se pudiesen dar en el entorno escolar o fuera de el. Como hemos dicho antes, debemos eliminar la etiqueta de chivato, pues esta, solo hace amedrentar a aquellos niños/as que desean denunciar situaciones injustas de las que están siendo testigos. En este caso y por desgracia, he de decir que he tenido la experiencia de que alumnos con los que he tenido la oportunidad de trabajar, y muchos otros con los que seguimos trabajando en nuestros distintos talleres y clases, nos comentan que por parte del propio profesorado, se les indica frases tales como “ lo que ocurre en el patio se queda en el patio”, o en su caso “ no digas nada pues serás un chivato durante todo el curso”. Es evidente que en esta cuestión, aún nos queda mucho por trabajar.
Para finalizar, queremos exponer lo que sería la cuarta pauta de comportamiento. Una pauta que quizás sea la más controvertida, pero que con una explicación muy clara y breve la comprenderemos enseguida. Si todas las pautas anteriores han fallado y en este caso la víctima se encuentra sola o aislada, esta debe y tiene el derecho a defenderse. Debo hacer hincapié en que no se trata de pegar primero, ni educar a nuestros hijos/as a que se socialicen a través del miedo impuesto hacia los demás. Si hemos comprendido lo expuesto en este artículo, se trata de educar en habilidades sociales que faciliten la interacción entre iguales y por ello la convivencia, pero pongamos un ejemplo más claro. Suponemos que como personas adultas, hemos desarrollado en mayor o menor medida, habilidades sociales, comunicativas y de control de nuestras emociones. ¿Pero si como personas adultas nos encontrásemos en una situación de agresión ilegítima, nos defenderíamos?. Creo que la respuesta es obvia, pues esa regla de actuación tan sencilla, es igual de aplicable a nuestros hijos, con la diferencia de que aun siendo niños, estamos en la oportunidad de enseñarles a controlar sus emociones, a ser comprensivos con las necesidades de los demás, a saber interaccionar y ofrecer la oportunidad a otros para que así lo puedan hacer, en resumen, educarlos en valores sociales, constructivos, grupales y de crecimiento social. De esa manera podrán aprender a ser justo con sus acciones, a defenderse solo cuando crean que es necesario hacerlo y sobre todo, incidir de manera directa, en los índices de violencia innecesaria que hoy por hoy cada día, se normalizan más en nuestra sociedad.

Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 5: Pautas de comportamiento ante situaciones de acoso escolar
1.Fomentar con nuestros hijos un clima de confianza en el que puedan comentarnos cualquier problema que se les presente. Déjale saber al niño/a que no está solo/a. Alentar a los niños que sufren acoso escolar con el simple acto de estar cerca de ellos, pueden ayudarles mucho. Usar herramientas como su propio o tu propio ingenio, agudeza, naturalidad y gracia, serán formas en la que los niños pueden suavizar el ambiente y bajar el estrés de una situación de bullying y a su vez, intentar compartir momentos divertidos en casa, fuera o con otros amigos.

2.Dedícale tiempo a tu hijo todos los días, es más importante la calidad que la cantidad, interesándote por cómo le ha ido el día y cómo le va en el colegio. De esta forma intentamos desarrollar un ambiente cordial de conversación y diálogo entre todos los miembros de la familia. “Ojo diálogo”, no interrogatorio. Ante tal conducta, seguramente nuestros hijos se cierren y no nos cuenten nada. Nuestros hijos irán aprendiendo que el diálogo es una herramienta esencial para encontrar respuestas ante los conflictos.
3.Pon límites a tus hijos en su comportamiento diario y asígnales tareas para que vayan adquiriendo responsabilidad y autoestima, felicitándoles cuando las cumplan y explicándoles las consecuencias de no cumplirlas cuando no lo hagan. El refuerzo positivo es mucho más efectivo que la negatividad constante ante sus errores, es lo que podríamos denominar limitar ciertos comportamientos, pero permitir la expresión de los sentimientos.

4.Cambiar el foco de atención, una manera de detener el acoso escolar, es por ejemplo cambiar el tema abruptamente. Preguntar cuando es la fecha del próximo partido o el próximo examen de matemáticas, puede ser un distracción, que frene el bullying en la clase.
5.Ignorar al acosador. Si el niño/a ignora quien lo acosa, el acosador puede terminar por aburrirse e irse. Enséñale al niño/a a ignorar las palabras ofensivas y simplemente alejarse del lugar, o actuar desentendiéndose mirando hacia otro lado. La expresión corporal y verbal, será un ejercicio que se puede trabajar simplemente en casa, y les ayudará a realizar estas acciones mucho más fácilmente y con mayor confianza.

6.Aconseja al niño/a a no reaccionar con llanto o con reacciones demasiado violentas. Como hemos dicho anteriormente, trabaja la expresión corporal, para que ignore al acosador de manera firme y se marche del lugar con decisión.
7.¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Ayude a su hijo/a a pensar en los pros y los contras de las diferentes opciones que tiene haciéndole preguntas como estas:
¿Qué podría pasar si sencillamente ignoras a quien te está maltratando?
¿Qué pasaría si le dices directamente que deje de molestarte?.
8.Enseña a tus hijos a mostrar sus sentimientos sin temor y a expresarse de una manera asertiva, que es el punto intermedio entre la pasividad y la agresividad. Transmítele que no permita que nadie le maltrate: ni verbal (que se burlen de el o que le insulten), ni físicamente, (que le peguen), ni psicológicamente (que le excluyan, le amenacen o le coaccionen).

9.Enséñale a que se ponga retos y pequeñas metas todos los días: la confianza se consigue paso a paso y que no tenga miedo a equivocarse: todos se equivocan. De las equivocaciones se aprende.
10.Enséñale a que no recurras nunca a la violencia. Que aprende a resolver los conflictos de una manera pacífica, pero activa. Que defiende sus ideas y opiniones con firmeza y serenidad. Pero que no olvide que al igual que una persona adulta, nuestros hijos tienen derecho a defenderse ante situaciones de acoso ilegítimas, abuso de poder y daño mal intencionado.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 6 Parte 1: La autoestima y la importancia de las interacción entre las personas, sobre todos a edades muy tempranas.
A falta de interacción personal puramente dicha de contacto visual, y de intercambio de emociones y sentimientos basados en la proximidad y el contacto entre personas, el individuo va perdiendo su propio papel como elemento fundamental de la sociedad, en sustitución de historias de dudosa credibilidad y que constituyen a que un nuevo concepto social se fundamente en lo que el propio individuo imagine y cree, a través de su propio yo.

Si valoramos la necesidad del auto-conocimiento, podremos comprobar que este, es un proceso por el cual una persona comienza a desarrollar su propia identidad. Una identidad que conlleva un periodo de tiempo, donde la persona deberá ser consciente de sus propias virtudes y a su ves asumir sus propios defectos, y eso es imposible desarrollarlo a través de otros métodos, como puede ser un simple perfil en las redes sociales, creado en la mayoría de las veces, sobre un convencimiento de lo que uno no es, y por ello puramente falso.

El auto-conocimiento o conocimiento de uno mismo no se desarrolla de forma inmediata, sino a lo largo de todo un periodo, el cual estará repleto de circunstancias que nos acompañarán, tanto antiguas como nuevas. Es esta posibilidad de auto-conocimiento, lo que nos abrirá las puertas de entender cuales pueden ser nuestras nuevas habilidades y virtudes, y sobre todo donde podemos encontrar la línea de nuestras limitaciones, no con el objeto de detenernos en ellas, sino con la posibilidad de superarlas o adaptarlas de manera positiva a nuestras propias necesidades. La capacidad de auto-conocimiento, aportará a la persona y sobre todo a nuestros hijos/as, a ser menos impulsivos en sus acciones, lo que conllevará un mayor auto-control de su propia conducta, y por ello a ser más conscientes de sus propias emociones, y del desarrollo de lo que denominamos empatía positiva.

Esto nos lleva a como emprender un proceso de auto-conocimiento, el cual como hemos expresado anteriormente, puede ser un proceso largo y sobre todo un proceso en constante desarrollo y evolución, ya que la persona en si misma, desde su niñez, irá desarrollándose y por ello irá encontrando nuevas situaciones, nuevas emociones y nuevos objetivos. Es por ello que debemos entender, que debemos tomar muy en serio la base de los dos principales agentes socializadores y por ello de aprendizaje, como son la familia y la escuela. La primera esta para educar y la segunda para transmitir conocimientos. A su vez, debemos añadir un tercer agente de socialización de carácter secundario, que será el que a partir de cierta edad, pueda marcar sin lugar a dudas la conducta de nuestros hijos/as, como son los grupos de amigos.

Es por ello que es de vital importancia, que enseñemos a nuestros hijos/as desde edades muy tempranas, a tener la capacidad de conocer sus propias emociones, a que analicen sus propias conductas y que sean capaces de reflexionar si las mismas son adecuadas, inadecuadas, o si se ajustan a sus objetivos y sentimientos. A veces muchas personas se preguntan si reflexionar tanto sobre un pensamiento es una debilidad, yo siempre afirmo que es todo lo contrario. La capacidad de reflexionar sobre una conducta inadecuada o en su caso adecuada, según la perspectiva emocional que queramos darle, nos permite ser mas fieles sobre nuestras propias emociones y por ello es un signo de fortaleza y no de debilidad, ya que damos paso a la reflexión y a la lógica, por encima de la incomprensión y de la sin razón. Muchas veces hablamos de que nuestros propios hijos/as o alumnos/as, se encuentran con una autoestima muy baja o negativa. Se da la condición, que como padres, en la mayoría de las veces, pensamos que un cambio de actividades complementarias o extra-escolares, un regalo, o la satisfacción de parte de sus deseos, son la solución. Debemos entender que esto no es otras cuestión provocada por la falta de auto-conocimiento que él como persona tiene de si mismo. La autoestima no es un característica que podamos cambiar sino somos primero capaces de conocernos a nosotros mismos, y por ello proceder a aceptarnos tal como somos, y partir de ahí, plantear la necesidad de superación y cambio.

La autoestima es un proceso de fortalecimiento interno de la propia personalidad de la persona, y por ello de su propio respeto hacía si mismos. El desarrollo de la autoestima en nuestros hijos/as, se encuentra directamente relacionada por los estilos de educación y enseñanzas que se lleven o se estén llevando a cabo durante su desarrollo, donde como hemos dicho anteriormente la familia, y la escuela, representan los dos factores esenciales y primordiales en dicho proceso. Para que podamos potenciar la autoestima a través de nuestras enseñanzas ya sea como padres o docentes, debemos ser capaces de observar todos los estímulos externos que pudiesen influir en la formación de la misma, de esa manera estaremos previniendo la aparición de conductas antisociales, y por ello poder modificar y corregir aquellos estímulos negativos, que comienzan a influir en la confianza de nuestros propios hijos o alumnos.

En este proceso de auto-conocimiento, nos encontramos con una situación muy peculiar, y es el propio medio que tenemos como personas, a encontrar cuestiones íntimas que no nos gusten y las rechacemos de golpe. Es importante por ello durante el desarrollo de este proceso de conocernos internamente, que enseñemos a nuestros hijos/as a comprender primero aquellos aspectos negativos, y que posteriormente se puedan centrar en aquellos que deberán entenderse como positivos. Por regla general cuando le pedimos a nuestros alumnos/as que desarrollen un pequeño ejercicio de auto-conocimiento, lo primero que descubren es lo que se les da bien o muy bien, dándoles la capacidad de destacar y por ello poder ser socialmente más importantes. Por este motivo es importante, enseñarles a comenzar por aquellas cuestiones emocionales negativas, ya que si solo se centraran en las positivas, el propio proceso de auto-conocimiento y aceptación, sería un fracaso.

Aquí si es importante marcar una línea de lo que nuestros hijos/as o alumno/as, pudiesen percibir como positivo o negativo, ya que esto puede verse influenciado por estímulos externos de carácter social que sean los que les marquen lo que es bueno o malo, y obviar y dejar de lado, la propia capacidad de nuestros hijos/as, de ser ellos los que determinen que es positivo o en su caso negativo.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 6 parte segunda: la autoestima falsa o mal entendida.
Como afecta a los objetivos y en especial a la práctica deportiva.
El proceso de integración y por tanto de socialización de una persona, requiere de multitud de factores en los cuales debemos de destacar la capacidad de aceptación de aquellas normas de convivencia, las cuales aceptaremos según sean nuestros objetivos. Todo ello implica que a veces ciertas personas adopten una condición conductual, la cuales no son identificables con sus características personales.

La falta de auto-conocimiento de nuestras propias necesidades y por tanto la falta de capacidad para excluir todo aquello que socialmente nos influye de manera negativa, provoca en el individuo una sensación de inseguridad, la cual no solo enmascara nuestra condición personal, sino que provoca que el individuo adopte una condición social la cual se le presupone. La necesidad de ser partícipe o miembro de un grupo social, nos determina la necesidad de aceptar para bien o para mal un rol que no se corresponda con nuestra verdadera identidad, la cual se verá mermada por una conducta totalmente errónea y equivocada. La no aceptación de las propias necesidades y características que nos clasifican en uno u otro marco social, nos llevará a la necesidad de tener que aceptar como correctas, aquellas normas o roles que no son identificables con nuestras ideas y pensamientos, y por tanto no se relacionan con nuestras metas y el cumplimiento de nuestros objetivos.

Estos roles asumidos, deberán ser retro-alimentados constantemente, pues de lo contrario, desvelaríamos nuestras verdaderas carencias y habilidades sociales. Esta retroalimentación, no tiene porque ser falsa en su contenido, pues cualquier condición ya sea laboral, económica, rasgos físicos o en su caso habilidad comunicativa, servirá al individuo para seguir alimentando ese erróneo y por tanto falso rol asumido. Las presiones sociales acompañadas de la falta de habilidades comunicativas y de integración, provoca por tanto situaciones de estrés social, que conduce al individuo a asumir roles sociales no verdaderos, solo por la necesidad de integración. Esta integración a su vez ficticia, provocará un constante estado de alerta en torno a la misma, pues podrá verse comprometida por no poder asumir o cumplir los cánones sociales necesarios para una integración total, y por ello la posibilidad de la aparición del rechazo por parte de algún grupo, gueto o comunidad.

Una sociedad evolutiva y en constante proceso de desarrollo, influirá de multitud de formas en el crecimiento de la persona y en su proceso de integración. Todo ello provocado por la falta o en su caso, la no aceptación de los roles sociales que verdaderamente nos corresponden, lo que llevará al individuo a integrarse en una actividad o gueto que no se corresponderá con sus verdaderas necesidades, y por tanto sentimientos y emociones. A su vez transcurrido el tiempo, el individuo adquirirá la condición de auto-convencimiento, llegando incluso a creer que verdaderamente, esas son sus necesidades y por tanto el rol social es el adecuado, todo provocado por la necesidad de ser parte de algo y complementar su proceso de integración.
Esto nos lleva a la situación de preguntarnos, si la persona es consciente del desarrollo de esta falsa autoestima y por ello aceptar la condición de que carecen de una autoestima y auto-valoración positiva sobre si mismos. Como hemos expuesto, esta situación les conduce al ejercicio de conductas que oculten la verdadera situación emocional y sentimental y por ello aceptar la verdadera realidad. El no sentirse valorados socialmente hace que la persona asuma una conducta de auto- defensa, sobre lo que él mismo ha llegado a creer como verdad, y a su vez lo que provocaría sin duda, conductas antisociales que se verían reflejada en un ataque constante, hacía quienes cuestionen dicha posición o rol social o en su caso, pudiesen ser una amenaza para su situación ficticia y falsa. Estas conductas antisociales, son un estímulo esencial, para la aparición de otras conductas de carácter más agresivas, unas conductas que conlleva la aparición de la necesidad de sentirse superiores a su entorno social,

e incluso a la aparición de conductas agresivas como acoso escolar en edades educativas, o de violencia familiar o de género en edades adultas. Estas personas que desarrollan una visión de su vida completamente distinta a sus emociones y sentimientos, lo hacen de forma general para compensar la debilidad o carencia, que en la mayoría de las veces viene provocada por el concepto de comparación con los demás, y por supuesto por la falta de valor para auto conocerse a si mismos, pues su pensamiento transcurre, en que si los demás los conociesen verdaderamente como son, estos lo rechazarían, provocando la situación de verse de nuevo en la necesidad de crear un nuevo proceso de integración, con otros rasgos a su vez ficticios que irán aumentando, así vaya aumentando, la necesidad de integrarse en algún grupo o comunidad. Estas personas presenta rasgos muy comunes entre ellos como pueden ser:
* Un orgullo y ego muy peculiar, lo que les lleva a la presentación de una aparente superioridad constante, hacia los demás.
* Una constante necesidad de comparación con los demás, por lo que les lleva a una crítica constante hacía otros.
* Una arrogancia desorbitada y por ello falta de respeto.
* Sensación de ridículo, resentimiento y revancha si se siente humillados o inferiores en ciertas situaciones.
* Carácter autoritario, lo que provoca sin duda una falta total de empatía y comprensión.

Y por supuesto una falta de valor propio para asumir su verdadera personalidad, aceptarse tal cual es, crear un compromiso firme de superación, y valorar de manera positiva ese proceso de crecimiento personal.
Para mi una de las cuestiones más importantes y que le transmito a mis alumnos, es que vivir en esta situación de apariencia falsa, es perder en primer lugar y la más importante, la ocasión de conocerse a si mismos. Y otra es la cuestión de que se encontrarán en la situación de que perderán multitud de oportunidades reales, oportunidades que les ayudarán a desarrollar mejor sus cualidades y el aprendizaje de nuevas aptitudes, y sobre todo, de que si mantenemos la conducta de una apariencia ficticia, haremos que los demás si nos descubren, asuman ese mismo rol ante nosotros, por lo que nos encontraremos en un bucle que no tendrá final.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 7: Principios y Valores en las artes marciales.
Un carácter esencial de los principios es su objetividad. Todo principio obedece a conceptos naturales, al margen de cuantas interpretaciones se pudiesen enumerar por parte de una persona. La base de los principios es fundamentar una sociedad, es por ello que construir unos valores, forman parte de cualquier desarrollo social. ¿Pero que entendemos como valores? Podemos considerar a los valores como las estructura esencial de la conducta de cada persona. Es por ello que dicha conducta, se encontrará definida por la estructura educativa en la que desde edades muy tempranas como personas nos encontremos, y por ello marque el camino de nuestras creencias, pensamientos, sentimientos y emociones. Es por ello que es fácil entender que los valores de cada persona, irán íntimamente ligado a sus propias emociones, a la responsabilidad de sus propios pensamientos y por ello a la capacidad de gestionar su propia conducta. Como docentes en el plano de las emociones de nuestros alumnos, nos encontraremos con la capacidad que tengamos para poder interaccionar con cada uno de ellos y por ello entender cual es el grado de motivación, que le ha impulsado a llevar a cabo este nuevo objetivo. En el caso de la práctica deportiva y mas aun en la práctica y estudio de las artes marciales, como docentes una de nuestras principales funciones deberá ser ayudar a nuestros alumnos a encontrar ese grado de motivación y convertirlo por ello en una objetivo, en una meta, lo que por definición lo llevará a creer en la misma y por ello a establecer un nuevo valor y una nueva creencia en su conducta diaria. Como docentes, debemos transmitirle el valor positivo de ese nuevo objetivo, para fortalecer aun mas la propia motivación y el compromiso del alumno/a con su nuevo propósito.
La principal función de todo principio es desarrollar organizaciones que se fortalecen a su vez por la integración y desarrollo de sus propios miembros. Toda sociedad, se constituye mediante organizaciones, guetos, grupos sociales, etc. Y en ese papel al igual que las familias, los centros educativos y las escuelas de artes marciales al igual que otras actividades deportivas y culturales, constituyen un papel esencial en la transmisión de principios y valores que desarrollen en nuestros alumnos, herramientas y habilidades que potencien de manera natural sus propias cualidades.

El papel fundamental de la familia, así como del docente, debe ser transmitir los principios adecuados. Valores como deber, respeto, moralidad, cortesía, sinceridad, responsabilidad e integridad, son valores que deben implantarse mediante la enseñanza y no desde la imposición, pues es la única forma de que estos valores se establezcan como principios duraderos.

Las artes marciales constituyen un camino de aprendizaje en estos valores. De hecho se fundamenta en ellos. Toda enseñanza que se encuentre fuera de los mismos, constituye un error en la formación del alumnado. Transmitir estas herramientas en su mayor comprensión posible, engrandecerá a nuestros alumnos y por tanto a un miembro más de nuestra sociedad.

Desde la familia, pasando por todos los agentes socializadores, las artes marciales tradicionales en su contenido, constituyen un camino de socialización, lleno de principios y valores. No solo la práctica deportiva de las mismas como tal aporta unos beneficios incalculables que quizás otras actividades no contemplen, sino que a su vez, una comprensión de su contenido, su pedagogía y cultura, constituyen un enriquecimiento pleno, un peldaño más de formación y socialización de una parte fundamental y básica de toda sociedad, la persona, las cuales en nuestro caso como docentes, se representan en nuestros alumnos.
Los principios y valores son la base de toda formación, y el reflejo de los mismos, se haya en la aportación de la persona al grupo social al que se integra.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 8: Enseñar dentro del marco de Educar.
Desde nuestra posición como docentes, transmitimos los conocimientos que hemos ido adquiriendo en base a un aprendizaje intenso y continuo durante años. A veces hemos de ser consciente que transmitir dichos conocimientos, no es sólo automatizar una serie de enseñanzas en base a diferentes situaciones, conflictos o actuaciones donde los alumnos se encontrarán durante su propio desarrollo como personas y su propio proceso de integración social. Transmitir enseñanzas, va mas allá del simple conocimiento o entendimiento de las mismas. Dichas enseñanzas deberán ser útiles fuera del entorno de las cuatro paredes donde se imparten, deberán servir como herramientas que les facilite al alumno/a, a comprender mejor su propio entorno social y por ello las dificultades de un proceso de integración, que marcará sus vidas para bien o para mal. Dicha transmisión de enseñanza y aprendizaje, deberá ir acompañada de los valores y principios adecuados para desarrollar las capacidades y herramientas sociales, suficientes para la ejecución de las propias enseñanzas que se les está transmitiendo. Por ello transmitir conocimientos que carezcan de valores, no desarrollará las habilidades suficientes para su ejecución, pues dichos conocimientos se convertirán en una simple lectura o memorización, vacía de entendimiento que se olvidará con el tiempo. Aquí, debemos establecer la diferencia de factores que influyen entre unas enseñanzas de carácter creativo, donde el alumno/a es partícipe de su propio proceso de aprendizaje, en contraposición de una enseñanza mecanizada, la cual carece de todo valor de interacción entre el profesorado y el alumnado.

Los valores y principios de convivencia social, deberán ir implícitas en cualquier hecho de transmisión de aprendizaje, de lo contrario como docentes, estaríamos forjando un camino carente de argumento y finalidad. Estaríamos transmitiendo unas enseñanzas que no constituirían un camino de construcción, sino simplemente un camino de paso y vacío de valores sociales y educativos. Es por ello que la capacidad para trasmitir enseñanzas que aporten herramientas para la resolución de diferentes conflictos, es poseer la capacidad de interacción con nuestros alumnos y por ello ofrecer unas enseñanzas con capacidad de adaptación.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 9: Artes Marciales para niños
Las artes marciales se han convertido en una actividad cada vez más influyente en los padres a la hora de inscribir a sus hijos en actividades educativas. Muchísimos son los motivos que acercan a los padres en referencia a sus hijos a una escuela de artes marciales, entre ellos podemos destacar por parte de sus hijos, situaciones como: falta de confianza en si mismo, autoestima muy baja, falta de comncentración, y por ello bajo rendimiento escolar, hiperactividad, falta de interacción en grupo, etc.

Desde nuestro punto de ver como instructores o formadores, debemos valorar cuales son los motivos reales por los que los padres deciden tomar la decisión de acercar a sus hijos/as a una escuela de artes marciales, pues ello nos ayudará a comprender mejor cuáles son las necesidades de ese niño/a para su total integración en el seno de la escuela. La interacción con el resto de compañeros será fundamental, pues el grupo-clase, con su actitud y aceptación, facilitarán en gran medida, la labor de integración y por lo tanto su desarrollo de trabajo.

En numerosas ocasiones me han surgido cuestiones de que llega un niño/a a nuestra escuela y los padres nos trasladan un sinfín de problemas que vienen observando en su comportamiento, como timidez generalizada, agresividad espontánea sin justificación, aislamiento social, etc.

Uno de los problemas de una trascendencia más grave, es el que nos encontramos cuando dichos problemas tiene su origen en el acoso escolar o bullying. Entender la situación de posibles casos de acoso escolar o bullying, requiere de una complejidad mayor, por lo que no es solo pretender que el niño/a aprenda a defenderse. En este apartado se ha de explicar a los padres que la línea adecuada de trabajo es el auto control de una situación de conflicto, donde el niño/a debe aprender cuándo es necesario defenderse y cuándo no lo es. Cumpliendo unas pautas de comportamiento, enseñamos a los alumnos a transmitir confianza en si mismos, y a rechazar de forma controlada situaciones de estrés y conflictos, en las cuales se pudiesen encontrar. Ese principio de proporcionalidad de actuación y de conducta, incide directamente en el desarrollo de la autoestima y confianza de nuestros alumnos, y por tanto en un mayor control de las situaciones de conflictos, aportando mayores posibilidades para la resolución de los mismos. Otros de los beneficios a tener en cuenta, lo encontramos en el desarrollo de las cualidades motrices, así como en el desarrollo de las capacidades de adaptación e interacción en grupo.

Un sinfín de cualidades y herramientas personales, que las artes marciales tradicionales pueden aportar al desarrollo educativo, social y cultural de nuestros hijos.

Un abanico de posibilidades, que irán desarrollando la personalidad propia, y por tanto nuestro papel como docentes a la hora de transmitir los elementos correctos deberá ser fundamental. La metodología de estudio en crucial para ello, reducir el aprendizaje a un contexto competitivo o deportivo, meramente empobrecería una gran labor educativa y una oportunidad de enriquecimiento personal del alumno/a. Teniendo referencia de cuáles son las cuestiones reales que han inducido a esos padres a que acerquen a sus hijos/as a nuestras escuelas, nos hará comprender mejor esa situación y poder ofrecer una enseñanza más directa, adaptativa, y enriquecedora, pues de ese modo como me dijo una vez un padre, con vuestra labor formáis personas y eso es de un valor incalculable. Como Formadores debemos crear el ambiente idóneo, para poder desarrollar las cualidades de todos nuestros alumnos/as. Cada una de las actividades que nuestros hijos/as realicen, potenciarán un área determinada, y tiene por tanto unos beneficios incalculables en su desarrollo.

Es importante que los niños, se acostumbren desde pequeños a realizar actividades de carácter educativo, recreativo, cultural o deportivo. De este modo cuando lleguen a edades más complejas, tendrán unas rutinas ya adquiridas que sin duda les hará saber aprovechar mejor y más saludablemente su tiempo de ocio, evaluar de manera más positiva su conducta y por tanto facilitarse a ellos mismos, la planificación de nuevos objetivos o metas.
El estudio y la práctica de las artes marciales a edades tempranas, a demostrado que proporciona el desarrollo de un equilibrio educativo, no solo en lo deportivo, sino a su vez en lo cultural y social. Sus beneficios de interacción, inciden directamente en el desarrollo de su autoestima y confianza, lo que sin duda alguna, les facilitará otras aptitudes como capacidad de socialización, capacidad de liderazgo y capacidad de realización.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 10 parte 1: La violencia.
Para entender mejor el contexto de la violencia, debemos entender en si mismo que es la violencia. La violencia debemos analizarla desde dos conceptos primordiales, como son la psicología social, aquella que conlleva las necesidades de integración e interacción de cada individuo o persona en base a su entorno social, y desde la psicología del comportamiento, o sea ser (la conducta), que comprenderá aquellas habilidades como actitudes y aptitudes en nuestro propio proceso de enseñanza - aprendizaje, y a su vez, en nuestro propio proceso de desarrollo como persona, donde ambos factores se encuentran relacionados íntegramente para una mejor comprensión del significado de la violencia.
Por ello podemos definir la violencia, como toda acción que comprende la necesidad implícita de una persona de cometer un daño de manera consciente hacia otras personas u objetos. Este necesidad implícita, se podrá ver influenciada por una patología derivada de conceptos biológicos y psicosociales, que predominan sobre un auto-convencimiento de que lo que se hace es lo correcto, o en su caso de una patología psicópata, la cual desde la percepción de saber diferenciar lo que esta bien de lo que está mal, conlleva la realización del acto delictivo por la simple condición de satisfacción de necesidades o fantasías personales y antisociales. Llegados a este punto, debemos diferenciar entre dos conceptos que se pueden confundir, que aunque se encuentren ligados uno al otro poseen significados diferentes, como son la agresividad y la violencia.
La agresividad es una emoción innata en el ser humano, por lo que sus consecuencias son bastantes complejas. Por lo general la agresividad se puede manifestar según una variedad de estímulos psicosociales con los que convivimos habitualmente, y su grado de influencia sobre las personas, puede variar según diferentes parámetros como edad, sexo, cultura, entorno social, condición económico-laboral, etc. Cualquier estímulo puede desencadenar en un acto de agresividad, pero en la mayoría de las veces, es más importante que el estímulo que la provoca, la interpretación individual que cada persona asume del estímulo recibido. Es esta interpretación personal, lo que determinará en consecuencia que el grado de agresividad, pueda manifestarse en mayor o menor medida en diferentes personas, o en su caso tener un control de las emociones, que conlleve a que seamos capaces de no manifestar ningún aspecto agresivo ante ningún estímulo.

Por ello la agresividad es diferente en su significado y finalidad a la violencia, ya que esta última busca un control o dominación sobre la persona u objeto, una satisfacción de necesidades patológicas o en su caso una situación psicótica, mientras la agresividad se puede manifestar por cualquier estímulo, como una mala noticia, una mal día de trabajo, un objetivo no alcanzado, etc.
La agresividad en el deporte no es una objeción, para ello desde la psicología deportiva, podemos analizar los diferentes estímulos que se relacionan con los diferentes comportamientos y reacciones tanto del deportista como del conjunto clase, para convertir estos en estímulos positivos y no influyan de manera negativa en el desarrollo de las cualidades deportivas.

Es por ello que como docentes, debemos incluir en nuestra metodología las habilidades psicosociales adecuadas, para que nuestros alumnos se percaten de sus propias cualidades de desarrollo, y vayan descubriendo como se van desarrollando tanto individualmente como colectivas, y por ello poder hacer frente de manera mas positiva a las dificultades que se incluyen en el ámbito del aprendizaje de la propia disciplina que se está llevando cabo.
El deporte tanto en su concepto de formación, competición o simplemente de ocio, deberá cimentarse en la aportación del desarrollo psicosocial de los niños/as mediante el empleo de una metodología formativa adecuada, que favorezca el desarrollo de las herramientas acertadas para el alcance de los objetivos que se planten. En el contexto deportivo, debemos tener en cuenta que cuando hablamos de formación, hablamos de compromiso, de responsabilidad, de objetivos planteados, y eso puede llegar a generar sin lugar a duda un sentimiento de estrés en el propio alumno/a, que conlleve a circunstancias como falta de compromiso, dejadez, agotamiento, desilusión, sensaciones que como hemos expuesto anteriormente, pueden desencadenar en estímulos de carácter negativo y por ello en conductas más agresiva o antisociales.

Es importante determinar, que este concepto formativo deber ser del mismo modo asumido por los padres, ya que cuantas veces somos testigos de conductas por parte de padres, que generan un mayor estrés en el deportista. Conductas que estimulan de manera negativa el comportamiento del propio alumno/a y condicionan su desarrollo y alcance de sus objetivos.

La violencia en su conjunto, viene determinada por un complejo desarrollado y cognitivo adquirido según diferentes factores socioculturales que se van desarrollando según los diferentes roles sociales que la persona vaya asumiendo en su proceso de desarrollo, interacción e integración social. Mientras que la agresividad la cual según hemos expuesto anteriormente, la podríamos considerar como un instinto de auto-protección, una adaptación ante una situación nueva, una mala noticia, un reforma laboral, un traslado forzoso, etc. Mientras que la violencia que nace de las interacciones entre las personas, posee una intencionalidad y no tiene que existir un estímulo social que la provoque. La violencia se manifiesta por la necesidad de ejercer un poder sobre otras persona, anulando su voluntad y aplicar la voluntad que se desea. Pero si es cierto que debemos tener en consideración, que esa necesidad de poder y dominación sobre otras personas, a veces en un principio viene determinada por un estímulo que el agresor/a ha recibido y sirve como un estimulante de inicio para comenzar a ejercer cualquier tipo de violencia sobre otras personas u objetos.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 10 parte 2: DEFENSA PERSONAL Y CONCEPTO DE AUTODEFENSA
Siempre determino que la principal condición de la defensa personal es minimizar los conceptos de riesgos, así como los resultados de una posible confrontación. Por lo tanto, lo mas importante en la defensa personal es la propia defensa, quiero decir, mientras no consigan hacernos daño estaremos bien, y por ello estaremos cumpliendo con nuestro cometido de manera positiva. Las artes marciales no radican en la capacidad de hacer daño, sino se sustentan precisamente en la capacidad de llevar a cabo el menor daño posible.
Por lo que en el contexto de la autodefensa, solo se deberán aplicar los conocimiento adquiridos en caso de defensa propia. Es cierto que ante situaciones inesperadas tendremos que reaccionar rápidamente y con efectividad, por lo que aquí debemos tener en cuenta dos cuestiones importantes: llevar a cabo nuestra decisión de actuar sin dudas, y a la vez, mantener el principio de proporcionalidad. Esto determinará que la respuesta aplicada deberá ser proporcional a la agresión, y al riesgo existente sobre nuestra propia integridad o la de terceros.
Por ello es determinante tener clara la situación y actuación sobre el hecho que nos conlleva, pues de no tomar las decisiones adecuadas, nos podríamos encontrar en situaciones de conflictos, los cuales escapen a nuestras propias posibilidades de actuación.
Ante todo, es conveniente llevar a cabo un pensamiento y pautas de carácter preventiva ante situaciones en las que nos pudiésemos encontrar. Esto sin llegar a un contexto paranoico, pero que adaptándolas a nuestra rutina diaria, nos servirán para poder establecer criterios ante situaciones de estrés o conflictos que se pudiesen presentar. Debemos tener claro, que un factor principal para convertirse en víctima de un acto ilegítimo, delincuencial, o de conflicto, es la percepción que la persona contraria tenga de nosotros o su objetivo.

A veces llegamos a pensar que los conflictos sociales entre dos personas o en su caso haber sido víctima de un acto de vandalismo, se debe al azar o a circunstancias de un mal entendido. Esta falsa creencia hace que sectores de la sociedad como las mujeres, niños y personas de edad avanzada, estén más expuestas a convertirse en víctimas o verse envueltos en un conflicto de enfrentamiento con otras personas o terceros. Por lo general el agresor/a atacará a aquellas personas que considere más débiles o indefensas. Es por ello que ha habido un estudio previo de la víctima.
Un factor determinante para ello, es la expresión corporal y la imagen de seguridad que podamos ofrecer hacia el exterior.

Debemos desechar la idea, de que los conflictos nacen de manera espontánea. Es verdad que pueden darse situaciones donde una situación se salga de los parámetros de la comunicación y se alcancen otros niveles de mayor agresividad, ya sea verbal o incluso física. Pero debemos tener claro, que en la mayoría de los conflictos, la persona contraria ya sea en una simple discusión o en su caso una persona que está dispuesta a cometer un acto ilegítimo, generalmente evalúa y estudia a sus víctimas antes de dar el siguiente paso. La persona que tengamos frente a nosotros, podrá percibir y detectar señales corporales que demuestren inseguridad y por ello se nos considere un objetivo fácil. Asimismo debemos tener en cuenta varios factores, que determinarán en mayor medida las posibilidades de convertirnos en víctima, ya que factores como el espacio y el tiempo, concurren en mayor importancia que a veces la elección de la propia víctima, que pudiera ser incluso aleatoria, sin relación alguna con el agresor/a, y que le interesa mayormente elegir el cómo y el cuándo que el quién. Otros factores los encontramos en las circunstancias personales del agresor/a, donde la percepción de negatividad, irá u odio sobre la persona elegida como víctima, va creciendo sin poder poner freno a ello. Como hemos expuesto anteriormente, los factores de tiempo y lugar, son circunstancias que en la mayoría de las veces, si se trata de conflictos de carácter social, o de interacción entre dos personas.

La persona que está dispuesta a emprender una conducta antisocial, elige un lugar propicio que le pueda proporcionar el apoyo emocional necesario para llevar a cabo el conflicto. Un ejemplo claro de lugar lo tenemos por ejemplo en las puertas de los colegios, donde otros padres o madres, podrán ser testigos directos sin desearlo de situaciones antisociales, pero buscado a propósito por el agresor/a, para poder posteriormente tener un número de opiniones que justifiquen su conducta. Otro ejemplo serían los patios de vecinos, y así un sinfín de lugares escogidos, precisamente con ese único objetivo, el de poder justificar una conducta antisocial. No siempre es fácil justificar que la agresión es ilegítima y que por lo tanto hemos actuado en defensa propia, por ello los aspectos de proporcionalidad, de racionalidad de medios y de provocación ilegítima, son determinantes para poder justificar nuestros actos conforme a nuestra propia conciencia y conducta. Y digo esto de la conciencia y la conducta, pues las mismas pueden ocasionarnos conflictos internos, aunque hayamos sido la víctima. Conflictos que nos lleven a conclusiones aun peores como sentimiento de ridículo, ya sea debido a que hemos sido la persona más dañada, o en su defecto hemos provocado un exceso de violencia innecesaria, la cual ha sido presenciada por una multitud. Segundo conflicto el aumento del resentimiento interno, por la creencia de no haber actuado correctamente, y tercero el creciente deseo de revancha o venganza si continuamos auto-convenciéndonos de que hemos sido ridiculizados, lo que nos llevará incluso a empezar a tener dudas sobre nuestra propia identidad. Estos tres factores de ridículo, resentimiento y revancha, es lo que denominamos el esquema de las tres “R”. Debemos de tener siempre en cuenta que si optamos por llevar a cabo la confrontación, esta decisión deberá estar fundamentada a que se ha hecho lo imposible por poder evitar la misma.
Por todo ello cabe destacar que cuando hablamos de defensa personal, hablamos de actitud, de conducta, de reflexión y actuación en base a unos valores sociales, los cuales se pueden aplicar a nuestro día a día y convertirse en conceptos de auto-protección que sean rutinarios, y de ese modo nos faciliten un situación de alerta ante posibles situaciones en las que nos pudiésemos encontrar, y así poder determinar la mejor respuesta posible, teniendo en cuenta los principios que hemos valorado de integridad propia, de integridad a terceros y daños ocasionados.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 11: Artes Marciales y acoso escolar.
Las artes marciales tanto para niños y adolescentes, son un complemento más en la formación de su educación física. Complemento sin duda fundamental para el desarrollo de sus cualidades, así como para desarrollar aquellos valores de integración, socialización y empatía, que sin duda son valores esenciales y necesarios en su desarrollo como personas. Esto es importante, pues debemos tener claro que el entrenamiento en las artes marciales, no enfoca el aprendizaje de sus enseñanzas como herramienta de resolución para un conflicto, sino todo lo contrario, establece un aprendizaje en el control principal de las emociones de nuestros alumnos, y por ello en la capacidad de auto-control, así como en las habilidades para manejar la presión o estado de ansiedad en el que se pudiesen encontrar. Debemos entender por ello, que uno de los factores importantes para poder dar solución a la problemática del acoso escolar, es entender y educar en principios y valores de convivencia social y constructiva, en contra del contexto asumido y creíble de que la violencia es la herramienta adecuada para la resolución de conflictos.

Asimismo debemos tener en cuenta el aprendizaje de otros factores como son la autoestima y confianza en si mismos, de los cuales ya hemos hablado en artículos anteriores. Factores que les aportarán a nuestros alumnos/as, una mayor capacidad de auto-control, sobre una situación que pueda estar directamente relacionada sobre los índices de violencia innecesaria que hoy día tras día se desvelan en nuestra sociedad. Comportamientos y conductas agresivas, motivadas estas por la falta precisamente de ese auto control de las propias emociones que constituyen a toda persona, y que se verán mayormente afectadas de manera negativa o positiva, según los estímulos que perciban. Los valores otorgados y transmitidos en la práctica de las artes marciales, desarrollarán condiciones de interacción y socialización, que les permitirán ser justos en sus decisiones y conductas, apostando por ofrecer una condición más honorable, proporcionada y acertada, ante situaciones injustas y de acoso, capacidades que el alumno/a, a desarrollado a través de sus entrenamientos y estudio para su propia auto protección y defensa, desarrollando a su vez un auto-conocimiento pleno de sus propias cualidades y confianza en si mismo.

Existen multitud de metodologías de estudio y preparación, personalmente creo que un sistema de formación basado en la realización de actividades conjuntas y complementarias entre padres e hijos, donde la labor fundamental de los padres sea de apoyo a sus hijos, incitarlos a mejorar, y por tanto a que desarrollen su propio esfuerzo, no solo facilitará su entusiasmo por la actividad que realizan, sino que facilitará en gran medida su curiosidad por ella y por ello su aprendizaje. En definitiva, acompañarlos y verlos disfrutar de la actividad que realizan, siendo a su vez como padres, partícipes directos de su evolución.

Otros factores formativos como la formación del aprendizaje correcto de sus expresiones corporales y verbales, de la capacidad de comunicación colectiva, de la interacción en grupo como factor decisivo de apoyo, junto a la capacidad de socialización, trabajar la capacidad de liderazgo y la capacidad de emprender nuevos objetivos, así como el entendimiento del uso de las redes sociales, pautas de comportamientos y conceptos de autodefensa, constituirán un programa formativo esencial y completo para el control y prevención del acoso escolar, aprovechando como herramienta, el entrenamiento y aprendizaje de los valores y principios que constituyen las artes marciales tradicionales. La experiencia adquirida en la docencia, nos determina que la práctica y estudio de las artes marciales tradicionales, inciden directamente en las capacidades de auto-control de nuestros alumnos. Por lo tanto como hemos expresado, es un condicionante fundamental para paliar el grado de violencia y reacciones agresivas o conductas antisociales que son innecesarias, aplicándose las habilidades adquiridas, solo en casos de auto-protección y defensa propia.
Ahora bien, la pregunta crucial es, ¿Cómo podemos llevar a cabo esta metodología? Desde nuestro perspectiva, creemos que es fundamental educar y enseñar conductas de aceptación en principios de igualdad, de integración, de respeto por el medio social, así como por la identidad afín a cada persona, donde se fortalezcan las capacidades socializadoras, de empatía, y de comprensión por el conjunto de todo su entorno. ¿Pero como educar en estos valores?. Es fundamental evitar desde la familia, la escuela, así como otras actividades complementarias y extracurriculares, que nuestros hijos o alumnos, se vean envueltos en un aprendizaje automatizado, mecanizado y sin el desarrollo de habilidades sociales. La escuela funciona como un espejo de los problemas que se viven socialmente por parte de sus alumnos. Es por ello que desde la propia escuela, se deberá adoptar un nuevo enfoque formativo. Debemos trabajar en un sistema formartivo, donde el alumno/a pueda ser partícipe de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje, y puedan profundizar en un conocimiento más amplio, que se encuentra en constante cambio y evolución. La escuela deberá no solo ofrecer un aprendizaje en conocimiento, sino a su vez poder ofrecer un aprendizaje y formación como persona íntegra de un complejo ente social, y esto es aplicable a cualquier escuela, ya sea el centro educativo, como una escuela de arte, de pintura, de teatro o en el caso que nos ocupa de artes marciales, al fin y al cabo debemos de entender que todas ellas son igualmente escuelas. Es este aprendizaje, el que fortalecerá junto a las herramientas psicosociales adecuadas, una sociedad consciente de la necesidad e importancia de cada persona. Valores que predominarán en la capacidad de ser constructivos en todo momento y adaptables a las necesidades diarias que se presenten.
Las artes marciales no solo se basan en el entrenamiento, sino que a su vez se centran en este desarrollo personal del alumno/a, descubriendo su potencial y favoreciendo el propio auto-conocimiento. Es precisamente esta circunstancia de no centrarse solamente en el aspecto deportivo y focalizar a su vez el aprendizaje en el ámbito personal, el que favorece enormemente el aumento de las habilidades sociales, favoreciendo a su vez de manera directa las capacidades deportivas, fruto sin duda del incremento y desarrollo de la confianza en si mismo y el aprendizaje de aceptar nuevos retos. Una de las cuestiones en la que mas hincapié he trabajado con mis alumnos, es en la capacidad de auto-control de si mismo. En esta cuestión he trabajado en la línea de transmitirles, la capacidad de controlar sus propias emociones e impulsos, para posteriormente adecuarlos a la situación que se les presente. Esto incluye la necesidad de aprender a aceptar las propias responsabilidades de los actos que se deriven de su actuación, y por ello a reflexionar antes de actuar. Por todo ello, el entrenamiento y aprendizaje de las artes marciales tradicionales, se deberán enfocar en tres puntos sumamente importantes, como son, la adquisición de las enseñanzas propiamente dichas de la actividad, la transmisión de los valores que la caracterizan y el desarrollo de las posibilidades y características funcionales de nuestros alumnos, un conjunto de herramientas adecuadas para la formación íntegra de todos nuestros alumnos/as.
Juan Manuel Pantoja Fernández
Artículo 12: ¿Es necesaria la competición a edades tan tempranas?
La competición en el deporte a edades tempranas, acarrea todo tipo de opiniones. Una de las principales cuestiones que deberíamos de determinar, es si la competición en edades tempranas cumple con los objetivos educativos que debe de tener todo deporte en estas edades.

A veces la presión ejercida por padres, educadores, entrenadores, etc.… favorecen el abandono de quienes deberían de disfrutar de un ambiente de integración, desarrollo de sus cualidades psicomotrices, respeto, solidaridad y diversión, a favor de un ambiente de presión y competitividad negativa, favoreciendo la aparición de estrés, bajo rendimiento, e incapacidad ante el logro de otros compañeros y por último y finalmente el fracaso.

Cabe destacar que el factor competitivo favorece el desarrollo de la personalidad y estimula la búsqueda de la superación en base a un objetivo, “la victoria”. Pero debemos de tener en cuenta que dichos objetivos pueden afectar a nuestros alumnos de manera tanto positiva como negativa. Si como docentes no somos capaces de establecer las condiciones adecuadas para minimizar el impacto de la derrota, nos encontraremos con la condición de fracaso, con conductas si cabe incluso antisociales, y que perjudiquen la integración social del propio alumno/a, sobre todo en edades tempranas.

Asimismo, los propios educadores, entrenadores etc.… podremos caer en un concepto selectivo, quiero decir y para que lo entendamos muy fácilmente, “si el alumno/a no gana no vale”, “si el alumno/a no cumple unos mínimos o requisitos de habilidades no vale”. Todo esto nos lleva a convertir una herramienta como el deporte, el cual debe ser educativo, en un instrumento competitivo, agresivo y selectivo, perjudicando si cabe los principios y valores que representan al deporte en su totalidad.

La motivación competitiva es necesaria, pero dentro de los marcos de integración e interacción en grupo, de solidaridad y respeto hacia sus propias cualidades como persona, y sin duda de la comprensión por parte del deportista, que su aportación y esfuerzo es más importante, tanto para su desarrollo personal, como para el conjunto del equipo, favoreciendo el desarrollo de sus propias cualidades por encima de la rivalidad y las comparaciones. Debemos destacar y hacer hincapié en que la derrota es una herramienta que debe servir para fomentar la cuestión de superación, el aprendizaje de los errores cometidos, y desarrollar la capacidad de buscar soluciones para mejorar. Sin la derrota posiblemente estos factores de necesidad de superación no se desarrollarían. Por ello debemos determinar que competir es bueno, pero entendiendo y enseñando al alumno/a que con quién se compite es consigo mismo. Como docentes deberemos de enseñar y a su vez el alumno/a deberá aprender y comprender, la innecesaria cuestión de compararse con otros, y que el principal objetivo como guías que formamos parte de su formación, deberá ser fomentar su propia motivación para encontrar el camino de su propia mejoría, y solo así, se comprenderá por parte del alumno/a y sus educadores, el significado de un progreso de crecimiento y aprendizaje.
Juan Manuel Pantoja Fernández
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